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Los esfuerzos del Herald de adaptar los temas del botón candente a los intereses de sus lectores, se refleja en la pregunta de la encuesta de esta semana relacionada con el futuro político de Puerto Rico. Le ofrecemos a los lectores esta semana la oportunidad de seleccionar el derrotero político que desean para Puerto Rico. Formulamos la pregunta: ¿Dónde quisiera ver llegar a Puerto Rico en 10 años? Por supuesto que han habido frecuentes elecciones, plebiscitos y referendums en la isla durante la última década, en todos los casos reclamando conclusiones de los votantes en torno al status político, pero siempre teñidos con factores tales como lealtad a partidos, carisma de los candidatos, preferencias políticas y decepción con el pasado y esperanza en el futuro. El último plebiscito que se celebró en 1999, ofreciendo las mismas opciones que aparecen en esta encuesta, se vio afectado por la opción "ninguna de las arriba mencionadas" que obtuvo poco más de la mitad de los votos. De hecho, 50% del electorado puertorriqueño se registró prefiriendo ningún status político. Los encuestadores están constantemente ocupando las líneas telefónicas en la isla con sus encuestas, por lo general financiadas por los partidos políticos o fundaciones privadas. La posición de la población en relación con el status político es constante tema de relevancia para todo formato de radio y televisión en la isla. Todos los políticos están permanentemente alertas a todo rumor de preferencias entre las distintas opciones de status. Todos cuentan con sus propios "sismógrafos del status político" que les permite detectar las más mínimas fluctuaciones en la opinión pública en torno al tema de mayor importancia para los 3.8 millones de ciudadanos americanos que residen en la isla. Para muchos, el status político equivale a un partido político -- el PIP, el PPD, o el PNP. Para otros, es la promesa que formula algún candidato político un alcalde, un gobernador, un miembro de la legislatura. Otros, con inquebrantable lealtad, se aferran a las convicciones de un antepasado proyectando esas expectativas y metas hacia las futuras generaciones. Más aún, hay otros cuyas preferencias cambian constantemente con base a sus reacciones a los acontecimientos del momento. En su recuento de la experiencia puertorriqueña, el fallecido historiador, Arturo Morales Carrión, observó que desde el impresionante arraigo logrado por Luis Muñoz Marín con sus ideas en las décadas de los años 50 y 60, no se ha logrado en Puerto Rico llegar a un consenso político. Se refirió al electorado como un "enorme voto flotante con tenuas alianzas políticas
menos sensibles al tema del status que a las reacciones a personalidades, plataformas políticas y rendimiento de los partidos". Pero algo en lo que todos los puertorriqueños están de acuerdo es el hecho que la relación actual de la isla y el ente político de los Estados Unidos es insuficiente e insatisfactoria. El Juez Juan R. Torruella, un puertorriqueño, que ahora sirve en el Primer Circuito de Apelaciones de los Estados Unidos, concluyó en su estudio de 1985 de los dictámenes jurídicos federales relacionados con Puerto Rico sobre la actual relación política con Puerto Rico que Estados Unidos tienen "la arcaica noción
que puede contar con una clase de varios millones de sus ciudadanos relegados a una condición subsirviente de manera ad infinitum, con menos derechos que los extranjeros que residen ( en su territorio soberano) y esto no tiene ningún sentido y no puede defenderse en la actualidad en términos legales, morales o lógicos". ¿Está usted de acuerdo? Si es así, ¿cómo debería cambiar? ¿Dónde quisiera ver llegar a Puerto Rico en 10 años?
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