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Los bailarines son muy diestros, la música seductora y los disfraces hermosos. La Gobernadora de Puerto Rico, Sila Calderón, bailó al ritmo de las elecciones con los Gobernadores y Alcaldes de Estados Unidos, en su mayoría republicanos, dejando a importantes demócratas fuera de su tarjeta de bailes. Ante el espectro de ese "faux pas", se lanzó a la pista de baile con algunos pretendientes demócratas para un rápido coqueteo antes de que la orquesta se retirara. Ahora ha terminado la fiesta y están llegando las cuentas. Podría resultar que fue una fiesta sumamente cara. La visible participación de la Gobernadora en la política de los Estados Unidos podría hacerle daño a su agenda legislativa en Washington si se crea resentimiento entre los que se vieron rechazados y deciden tomar represalias, mientras los compañeros de baile a quienes dio preferencia resultan no ser muy leales cuando comiencen a desvanecerse los recuerdos de la noche de fiesta. La Sra. Calderón dice que no se identifica con ninguno de los dos partidos principales en la política de los Estados Unidos, a pesar de que su propio Partido Popular Democrácito (PPD) tradicionalmente se ha vinculado con los demócratas. El principal rival del PPD en Puerto Rico, el Partido Nuevo Progresista (PNP) cuenta con una relación simbiótica con los republicanos nacionales (GOP). La fricción se genera cuando se toma en cuenta que el PNP apoya sólidamente la estadidad para Puerto Rico, mientras que el PPD prefiere ver la isla a la deriva en el Caribe antes de ser testigos de una paridad con los otros 50 estados de la nación. Ahí está la exquisita ironía; la Gobernadora de Puerto Rico del PPD apoyando a los Gobernadores republicanos Jeb Bush en Florida y George Pataki en Nueva York, a menudo haciendo campaña a los talones de sus antagonistas del PNP en la isla, todos republicanos y aliados naturales de los re-electos gobernadores de Nueva York y Florida. Los observadores especulan que ambos tienen la misma agenda influenciar la política de la Casa Blanca respecto al futuro de Puerto Rico si bien sus posiciones ante esa meta son diametralmente opuestas. Los que quedaron despechados y enojados fueron algunos de los leales partidarios de la Gobernadora en el Congreso, tales como los miembros demócratas en ejercicio, José Serrano (D-NY) y Nydia Velasquez (D-NY). Otro demócrata de Nueva York, el influyente Representante Charles Rangel, un afro-norteamericano que tradicionalmente apoya a Puerto Rico y al Black-Hispanic Unity, está furioso. Al apoyar al Gobernador Pataki, la Sra. Calderón opuso a su rival de raza negra, H. Carl McCall. Rangel dice que no olvidará el vals de Calderón con los republicanos de Nueva York cuando lleguen al comité de la Cámara (House Ways and Means), del cual él es miembro, asuntos que favorezcan a Puerto Rico. Las melodiosas alabanzas de la Gobernadora Calderón del Alcalde republicano de Nueva York, Michael Bloomberg, durante la reciente campaña procelitista también alteraron a otros puertorriqueños demócratas en Nueva York. Se quedaron haciendo pucheros a un lado cuando la Gobernadora lanzó una campaña nacional de registro de votantes en Nueva York acompañada del Alcalde Bloomberg. Tradicionalemente los Gobernadores de Puerto Rico se han mantenido al margen de participación directa en las campañas políticas en Estados Unidos, prefiriendo dejar que se apaciguen los ánimos partidistas antes de volver a caminar por los pasillos de Washington en busca de apoyo para sus iniciativas. Siempre han entendido que, como Puerto Rico no cuenta con representación en el Congreso, no tiene verdadero poder. Han concluido que es mejor entablar relaciones casuales con muchos en vez de vínculos estrechos con unos pocos convirtiendo al resto en enemigos. Sila Calderón, que no está dispuesta a apoyar medida alguna que lleve a plenos derechos políticos para los 4 millones de residentes estadounidenses en Puerto Rico, parece haber concluido que puede valerse del poder latente de unos 3 millones de puertorriqueños residiendo en Estados Unidos que sí tienen voz y voto en las decisiones de los gobiernos locales, estatales y nacionales. A menudo ha indicado que "ellos" los puertorriqueños en Estados Unidos apoyarán su agenda en Washignton. Ha invertido $6 millones de fondos públicos para registrar 70,000 nuevos votantes puertorriqueños en Estados Unidos, a pesar de que todavía no está claro cómo emitieron sus votos en las elecciones del 2002. Es una estrategia muy riesgosa ya que "ellos" votan en distritos del Congreso representados por muchos demócratas que ella ha ofendido. Sin embargo, la Gobernadora dice que ha calculado esos riesgos, que cuenta con buenos nuevos amigos y que a la larga no perdera a los viejos ya que se verán apaciguados por las voces de los puertorriqueños que representan. Sus oponentes y algunos de sus amigos dicen que ella ha ignorado la ley cardinal de la política partidista: "Si hay alguna desventaja, se manifestará". ¿Qué piensa usted? ¿Podrá el fandango de Sila Calderón con prominentes republicanos ayudarla o le hará daño a su agenda en Washington?
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