La pesadilla de Puerto Rico en 1994 ha vuelto a rondarle.
El deteriorado sistema de aguas de la isla, unido a los largos períodos de clima seco ocasionados por El Nino, han resucitado la amenaza del racionamiento de agua en el corazón de San Juan metropolitano así como en muchos otros lugares de toda la isla.
Para todos los que vivieron el racionamiento generalizado que tuvo lugar hace nueve años, la idea de que ese largo verano se repita el cual duró desde mayo de 1994 hasta octubre de 1994 resulta insoportable.
Fue el plan de racionamiento más draconiano jamás establecido en los Estados Unidos sin tratarse de una situación de emergencia, como un terremoto o un huracán. La situación llegó a ser tan mala que algunos hogares solo recibían agua dos veces a la semana durante períodos de 12-horas.
Todo parece indicar que al menos habrá algún tipo de racionamiento antes de que el verano llegue y haya pasado. El Niño, el calentamiento de las aguas del Océano Pacifico, causa sequías en algunas zonas, inundaciones en otras e interrumpe la actividad de los huracanes Atlánticos, entre otras consecuencias.
En los últimos dos años en los cuales el fenómeno hizo su aparición -- en 1994 y1997 la isla fue golpeada duramente por el racionamiento.
Pero no es el clima si no el sistema de aguas de Puerto Rico, descuidado durante años por las administraciones tanto del Partido Popular Democrático como del Partido Nuevo Progresista, el que tiene la culpa de la inminente crisis.
Tanto esta semana como la semana pasada hubo mutuas acusaciones, respecto a qué partido era el culpable de la actual situación, pero ambos se reparten la culpa a partes iguales.
El Organismo Responsable de Alcantarillado y Acueductos es un ejemplo de libro de texto de cómo el politiqueo puede arruinar una agencia del gobierno.
Los viejos amigos políticos, en vez de ingenieros con conocimientos, estuvieron a menudo al frente de esta compañía de servicio público, mientras los beneficios sindicales y el empleo aumentaban considerablemente a lo largo de los años como medio utilizado por las sucesivas administraciones para apaciguar el sector laboral con la esperanza de reunir votos.
Se dejó que disminuyera la capacidad de los depósitos de reserva, que siguen siendo insuficientes para cubrir la demanda, conforme la excesiva explotación de su entorno causaba masivas sedimentaciones y su mantenimiento fue dejado de lado.
Entretanto, hasta un 40 por ciento del agua producida por la compañía de servicio público se perdió por medio de fugas o robos entre los índices más altos de la nación.
La política sigue gobernando hoy en día la compañía de servicio público de aguas de Puerto Rico. La administración Calderón, como la anterior administración Rosselló, se niega a aumentar las tarifas del agua, entre las más baratas de los Estados Unidos.
Los expertos dicen que se debería al menos triplicar el costo actual lo cual proporcionaría a la compañía el dinero para llevar a cabo las masivas mejoras requeridas en su infraestructura.
El incremento del su precio también tendría el beneficio adicional de que los consumidores tendrían un incentivo para ahorrar en el uso del agua.
Los que proponen la idea también argumentan que ya que de todos modos el gobierno de Puerto Rico subvenciona la corporación pública carente de fondos, los contribuyentes están en realidad pagando mucho más por el agua de lo que refleja su factura mensual.
Obtener los ingresos para el servicio de aguas estrictamente a través de la facturación a los usuarios, en lugar de los contribuyentes a través de subsidios del gobierno, es más justo, argumentan.
Puerto Rico se halla hoy en mejores condiciones que en 1994, gracias a la construcción por parte de la administración Rosselló del Superaqueducto de 50 millas, que ha estado trayendo diariamente 75 millones de galones de agua a lo largo de la costa norte a la zona metropolitana de San Juan. La administración Calderón aumentará la producción a 100 millones de galones diarios para intentar conservar los suministros de la cada vez menor reserva de La Plata, uno de los dos depósitos de reserva que suministran agua a la Capital.
Pero tras décadas de abandono, incluso el Superaqueducto no será suficiente para evitar una futura crisis del agua.
El antiguo Director de la Agencia (ASA), Emilio Colón, dijo que los programas de conservación del agua a largo plazo y la reforestación de zonas cercanas a los depósitos de reserva deben iniciarse de inmediato con el fin de evitar una crisis.
También se necesitan depósitos adicionales que den servicio a los sectores central y oriental de la isla.
El suministro de agua es una de las responsabilidades más elementales del gobierno, y el ELA ha fallado miserablemente a sus ciudadanos en el transcurso de los años en proporcionársela.
Incluso si no se declara el racionamiento oficial, muchas residencias no recibirán agua, ya que la baja presión corta el suministro de agua a las zonas elevadas.
Hay ciudades en Puerto Rico que se quedan sin servicio de agua todas las semanas debido a problemas de presión. Y Santurce, la zona histórica del centro de San Juan, tiene una presión tan baja que muchos residentes dicen que no pueden ducharse en casa, pero en su lugar recurren a bañarse.
Muchas zonas, cuyo suministro procede de los ríos, se enfrentan con cortes de agua incluso cuando llueve, ya que los problemas de turbiedad obligan a cerrar las plantas depuradoras.
Durante la crisis del agua de 1994, el anterior Gobernador Pedro Rosselló jamás tuvo que enfrentarse a ataques políticos porque estaba claro que se trataba de un problema que su administración había heredado.
Pero no habrá tanta clemencia para la Gobernadora. Calderón, casi una década después de que aquellos largos, miserables meses obligasen a los residentes a guardar colas interminables ante los camiones cisterna con agua, a organizar de manera creativa su calendario social en torno a las duchas cuando era posible y reducían el cocinar, lavar la ropa y utilizar el baño al mínimo.
Ya fue bastante malo para los residentes, pero para los hombres de negocios desde la hostelería a gran escala a los pequeños restaurantes familiares el racionamiento mermó sus beneficios, causando enormes inconvenientes a los clientes y elevando los costes de operación debido a obligadas inversiones en cisternas y la compra de agua.
Para Puerto Rico, hay mucho más en juego que para un político dado.
Otro largo periodo de racionamiento pondrá en duda el derecho de Puerto Rico a estar entre las islas más desarrolladas del Caribe un punto de destino moderno, con alta tecnología y digno de inversión, así como una hermosa, exótica isla que puede mimar a los turistas con todas las comodidades de su hogar.
Si la pesadilla de 1994 se repite, no solo será embarazoso para la administración, también será una gran complicación para los ciudadanos.
La imagen de la isla se vería empañada de un modo aún peor que ante la pérdida de la exención fiscal federal, el aumento del índice de criminalidad o una racha de mal tiempo.
Puerto Rico se hallará en una posición única dentro del mundo desarrollado al tener que explicar porqué no puede proporcionar agua a sus ciudadanos.
John Marino, Editor de Ciudad de The San Juan Star, escribe la columna semanal Reporte de Puerto Rico para el Puerto Rico Herald. Su dirección de e-mail es: Marino@coqui.net |