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Orlando Sentinel

El país necesita un registro military

María T. Padilla


5 de abril de 2003
Copyright © 2003 Orlando Sentinel. Todos los derechos reservados. 

La guerra levanta muchas preguntas inquietantes, como esta: ¿Deberíamos resucitar el servicio militar obligatorio (draft, en inglés)? Pienso que sí, aunque reconozco que el Congreso no está de acuerdo.

Hace unos meses el representante demócrata de Nueva York, Charles Rangel, hizo la misma recomendación, basada en su percepción de que los soldados de las minorías tienden a servir en los campos de batallas más que los no hispanos. Rangel estaba equivocado.

Resulta que desde los años '70, los soldados minorías son la porción más grande de los reclutados (como un 40 por ciento), pero no necesariamente están sobrerepresentados en las batallas de guerra.

Eso dicho, aún hay un argumento persuasivo para el llamado a las filas basado en los conceptos importantes de justicia, equitividad y sacrificio común. Y es que hoy día los líderes del país -- incluyendo los representantes en las cámaras estatales, el Congreso y en la burocracia en Washington -- no tienen experiencia militar. Muchos de éstos están a favor de la milicia y la guerra, pero nunca han pasado ni un día en entrenamiento militar.

Hay un mal fundamental en esto.

Quizás los líderes están a favor de la milicia precisamente porque su falta de experiencia los hacen vulnerable políticamente y su manera de sobrecompensar por esto es enviar sus hijos a la guerra a la ligera. También tienden a criticar a cualquiera que no favorece la guerra, diciendo que no son patriotas. ¡Basura!

La verdad es que los líderes de hoy no entienden ni chispa sobre la defensa. Si el gobierno federal hubiese mantenido el registro militar obligatorio, los líderes de hoy probablemente serían diferentes.

El llamado a las filas sería un sacrificio común porque toda persona mayor de 18 años corre el riesgo de ser llamado. Es positivo para la nación que una generación comparta esta experiencia y, en el año 2003, esa generación incluiría mujeres también.

No hay nada justo en que cada día el país depende más de los reservistas, quienes se han convertido en soldados activos, ocasionando graves trastornos en su vida familiar, comunidad y empleo. No se supone que sea así. Además, un nuevo registro obligatorio no debería permitir que los estudiantes universitarios se escondan detrás de su educación como ocurrió durante la guerra de Vietnam. Si compartimos el fruto de esta nación, también deberíamos compartir sus deberes.

El Departamento de Defensa indica que este no es el caso. Mientras los blancos no hispanos componen la gran mayoría de las fuerzas militares, éstos no se registran en proporción a sus números en la población. Sin embargo, las minorías se sobrepasan.

Los afroamericanos comprenden desde el 16 por ciento hasta el 26 por ciento de las ramas militares, aunque sólo son el 13 por ciento de la población. Las mujeres afroamericanas por sí solas son el 46 por ciento del Ejército. Los hispanos no están representados proporcionalmente, pero sí tienen la misma probabilidad que los blancos no hispanos de estar en los campos de batalla.

Para que la nación mantenga su credibilidad, hay que resucitar el registro obligatorio.

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