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18 de julio de 2003
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La Reina y el Embajador

Había una vez, una Reina que regía sobre un país llamado Ambos Mundos. Su trono se encontraba en un enorme palacio en la cima de una colina. Amaba a sus súbditos y los llamaba "mi pueblo".

Vivía también en el reino un grupo llamado la Gente Poderosa. Eran muy ricos y habían sido amigos de la Reina.

Pero un día la Gente Poderosa decidió que la Reina ya no debía seguir siendo reina. Entonces le dijeron: "No debes ser más la Reina. Debes irte a algún lugar hermoso en el reino y descansar". La Reina mostró cara de sorpresa.

Entonces la Reina le dijo a sus súbditos: "Estoy cansada de ser Reina. Voy a irme a un lugar hermoso en el reino a descansar". La Reina mostró cara compungidia y llorosa.

Entonces la Gente Poderosa le dijeron: "Creemos que el ‘hijo-del-viejo-rey’ debe ser el nuevo rey". La Reina se rió.

La Gente Poderosa preguntó a la Reina: "¿Por qué ríes?" Ella les respondió: "Pensé que querían que nombrara al Embajador Truculento a ser el próximo regente de mi pueblo. Me ha importunado y no lo veré nunca sentado en mi trono". La Gente Poderosa le contestaron: "No, no, no. Ese NUNCA. ¡El Embajador Truculento NUNCA!"

Cuando el Embajador Truculento escuchó que no sería el próximo Rey de Ambos Mundos, puso cara de ira. Dijo que nunca se acercaría otra vez a la Reina. Dijo que no le gustaba el hijo-del-viejo-rey. En el pasado había buscado el favor de la Reina. Pero aún cuando superaba al hijo-del-viejo-rey en combate, la Reina nunca había favorecido su caballerosidad con una sonrisa.

Pero entonces, para sorpresa de todo el reino, el hijo-del-viejo-rey dijo que no podia ser el nuevo rey. Dijo que su hijo, el "nieto-del-viejo-rey" estaba enfermo. Se lo vio muy triste cuando dijo "adios".

Cuando la Reina escuchó las nuevas estaba muy molesta. Se la vio muy alterada. Emitió un llamado a la Gente Poderosa y les dijo: "El hijo-del-viejo-rey los ha engañado a ustedes y a mi. Ahora el Embajador Truculento querrá ser el nuevo rey y yo no lo aceptaré". La Reina le dijo a la Gente Poderosa que tenían que bucar por todo el reino hasta encontrar otro que pudiera ser el nuevo rey.

Entonces se quitó su zapatilla y la puso sobre una almohadilla de seda. "Quien sea que será el próximo líder de mi pueblo, tiene que poderse poner mi zapatilla. Si no se puede encontrar esa persona, entonces no me iré a un lugar hermoso del reino a descansar. Permaneceré en el trono para siempre". La Gente Poderosa mostraron rostros confundidos. Tomaron la zapatilla y dejaron a la Reina, haciendo sus reverencias a medida que partían de su presencia.

La Reina llamó a sus cocineros y les dijo: "Voy a ofrecer un gran banquete e invitaré a la Gente Poderosa para celebrar. Ellos nunca encontrarán a nadie que pueda ponerse mi zapatilla y seré Reina por siempre. Comeremos, tomaremos, cantaremos y bailaremos, luego viviremos felices para siempre". Los cocineros se mostraron muy contentos y salieron, haciendo reverencias a la Reina a medida que partían de su presencia.

La noche de la fiesta, la Reina estaba radiante. Sabía que no podría encontrarse a nadie que pudiera ponerse su zapatilla y sería Reina por siempre. La Gente Poderosa unánimemente le diría: "Su Majestad, debe permanecer en el trono. Será Reina por siempre".

Estaba imaginándose todo esto cuando sus invitados comenzaron a llegar.

La Gente Poderosa fueron los primeros en llegar. Todos fueron anunciados e hicieron sus reverencias ante la Reina antes de continuar a sus respectivos puestos. Luego llegaron otros invitados, haciendo sus reverencias a la Reina y ocupando sus puestos. La Reina estaba contenta porque no veía a nadie con la almohadilla de seda con su zapatilla. Entonces dio la orden a los guardias del palacio que cerraran las puertas. Pero, justo cuando se encontraban a punto de cerrarlas, un hombre llegó corriendo llevando en sus manos una pequeña caja. Hizo una profunda reverencia y se dirigio hacia la Reina.

El hombre se veía descompuesto y desaliñado, como si acabara de salir de un pantano. Iba dejando un rastro de lodo sobre la dorada alfombra según se acercaba a la Reina. Todos los invitados gritaron: "¿Quién es?" Según el hombre se acercaba más, la Reina reconoció al desagradable personaje y lo llamó por su nombre: "¡Flats!" exclamó, "¿qué estás haciendo aquí? ¿Por qué vienes en tal facha y qué tienes en esa caja?"

Con gran esfuerzo, Flats, que era amigo de la Reina y siempre le había sido leal, comenzó a relatar su historia. "Su Majestad, soy yo, Flats, el hombre al que le prometiste este reino si en algún momento dejabas el trono. Cuando la Gente Poderosa se enteraron me lanzaron al pantano para que me ahogara. Habría muerto de no ser por el pueblo de las Ranas que me rescataron y pidieron que te trajera este mensaje".

"¿Qué mensaje?" preguntó la Reina.

Rápidamente, la Gente Poderosa y los invitados se acercaron para escuchar el mensaje que Flats llevaba para la Reina.

"Su Majestad", comenzó Flats, "el pueblo de las Ranas han puesto uno de los suyos dentro de esta caja que me han pedido que te lo entregue. La pequeña criatura se llama "Coquí" y tiene poderes mágicos. Se ha profetizado que si la Reina besa al Coquí, asumirá el cuerpo del próximo monarca. Te ruego que lo beses y que cuando lo hagas sea yo quien aparezca en todo mi esplendor frente a ti, que estos trapos sucios que llevo puestos se conviertan en túnicas reales. Entonces la Gente Poderosa sabrá que yo soy el designado para ser el próximo rey".

"¡YO NO BESARE UNA RANA!" rugió la Reina.

"Pero, Su Majestad", imploró Flats, "esta no es una rana ordinaria. Coquí tiene el poder de romper el control que tiene la Gente Poderosa sobre el destino de Ambos Mundos. Además, es una ranita pequeñita y muy limpia. Tu suave beso puede cambiar el curso de la historia".

La Gente Poderosa comezó a clamar: "¡Saquen a ese hombre de aquí! Su Majestad, ¡no bese esa rana, es un asco!"

Al ver cuánto se oponía la Gente Poderosa a la idea de que ella fuera a besar el Coquí, la Reina, desafiante, tomó la caja que llevaba Flats en sus manos y la abrió. Poniendo la diminuta criatura en la palma de su mano, lentamente se la llevó hasta los labios.

Caos reinó en la sala mientras los invitados observaban la escena. Se escucharon gritos. "¡Esto no puede ser!" "¡Su Majestad, no lo haga!" "No, no, no, no lo haga!"

Cuando los labios de la Reina dieron encuentro con la fría y brillante cabeza del pequeño anfibio, toda la concurrencia guardó silencio. Entonces, a medida que los labios reales comenzaban a acomodarse para dar el fatídico beso, algunos en la sala se desmayaron. Flats, con su cabeza enterrada entre las manos, comenzó a temblar. La Reina cerró los ojos para consumar el amoroso gesto, muchos salieron corriendo de la sala, tumbando mesas a su paso, para evitar presenciar el acto sobrenatural.

Entonces se escuchó un sonido similar a un leve silbido… la acción se había perpetrado. El Coquí había recibido el beso de la Reina.

Al principio, no sucedió nada. Pero luego, lentamente al comienzo, el Coquí comenzó su metarmorfosis hacia la forma de un hombre. Los que permanecían todavía en la sala estaban paralizados en su asombro. La Reina entró en un éxtasis mientras observaba como emergía la forma humana, una forma que pasaría a ser el heredero al trono de Ambos Mundos.

Según fue tomando forma el rostro de la forma, fueron los miembros del grupo de la Gente Poderosa, que todavía estaban presentes, los primeros que exclamaron aturdidos. Cuando Flats vio el rostro, cayó al suelo en medio de sollozos.

Entonces, totalmente formado, el Coquí-convertido-en-hombre se dio la vuelta para mirar de frente a la Reina.

La Reina no podia ni hablar. Entonces, antes de que ella pudiera recuperar el habla, la rana-convertida-en-heredero-al-trono habló: "Buenas noches, Su Majestad. Soy yo, su leal y amoroso Embajador, a su servicio".

Entonces, después de sacar a Flats de la sala en una camilla, y cuando ya se habían ido todos los invitados, la Reina puso sus manos sobre las de la rana-convertida-en-hombre y le dijo: "A partir de ahora, llevarás un nuevo nombre. De hoy en adelante el pueblo de Ambos Mundos te conocerá como el ‘Sereno Embajador’. Tú serás el heredero al trono".

Después de esa noche, la Gente Poderosa no volvió a verse en el palacio. El pueblo de Ambos Mundos estaba feliz porque la Reina, el Sereno Embajador, y todos, vivieron felices para siempre.

Fin

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