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THE MIAMI HERALD
'O es la República de Puerto Rico o la estadidad'
por Maurice Ferre
1 de noviembre de 1999
Marca Registrada © 1999 THE MIAMI HERALD. Todos los derechos
reservados.
Maurice Ferré, es puertorriqueño y ex alcalde
de Miami.
¿Qué está pasando con Puerto Rico, que
de repente está en todos los titulares?
Hace un año fue el inútil referéndum en
el cual los votantes de Puerto Rico se dividieron ante la opción
por la estadidad o el Estado Libre Asociado (ELA). Más
recientemente, fue el asunto de la clemencia para 14 independentistas
puertorriqueños. Por último, la semana pasada, un
grupo de tareas del Departamento de Defensa recomendó el
abandono gradual del uso por parte de la Armada de la isla de
Vieques para bombardeos con fuego vivo, que cobraron la vida de
un residente local cuando una bomba erró su objetivo.
Cada uno de estos eventos es importante en sí mismo.
Pero comparten una conexión subyacente: cada uno señala
la incómoda y particular relación entre Puerto Rico
y los Estados Unidos. Los votantes de la isla tienen la culpa,
al menos en parte. En el referéndum realizado el año
pasado, los puertorriqueños se dividieron en partes casi
iguales al tener que optar entre el ELA -una especie de estadidad
de segunda clase- o la estadidad, que implicaría la aplicación
de los impuestos estadounidenses y abandonar símbolos tales
como el derecho a tener un seleccionado olímpico propio.
Si no fuera por las crecientes controversias, esta trágica
indecisión sobre la autodeterminación hubiera dado
motivo para que el Congreso, la prensa y el publico continuaran
ignorando a Puerto Rico. Pero Vieques rompió el silencio.
En una sorprendente muestra de unidad, los principales políticos,
partidos e instituciones de la isla se pusieron de acuerdo con
las demandas del Comité Especial del gobernador Pedro Rosselló
de que los bombardeos deben cesar.
También despertó simpatías en Washington
DC, según el representante Dan Burton, Rep.-Indiana:
"Trate de convencer a sus electores para que acepten que
se arrojen bombas cubiertas con uranio a pocas millas de sus hogares,
escuelas, hospitales y parques públicos. Si esta práctica
estuviera ocurriendo en alguno de los 50 estados, estoy seguro
que todos nos uniríamos para oponernos".
Sin embargo, nadie cuestiona que los puertorriqueños
apoyan a las fuerzas armadas. Más de 200 mil puertorriqueños
han luchado en las guerras del siglo XX. Unos 1200 puertorriqueños
han muerto en esas guerras, un promedio de muertes per capita
mucho más alto que el del continente.
Ponga juntos este patriotismo con el sentimiento de muchos
puertorriqueños de que Armada respeta. El bombardeo de
Vieques es un tema de derechos humanos como lo fueron los experimentos
de Tuskegee, que violaron los derechos de las personas de color
en nombre de la seguridad nacional.
Este sentimiento antifederal alimentó la tercera historia
puertorriqueña: la amnistía que concedió
el presidente Clinton a 14 puertorriqueños, en su mayoría
nacidos en el territorio continental estadounidense, que habían
permanecido en prisión durante los últimos 19 años.
Debería recordarse que el presidente no le ofreció
amnistía a ninguna persona que hubiera cometido asesinato
o participado directamente en actos de terrorismo. El castigo
no guardaba relación con las penas aplicadas, para las
normas de cualquier lugar civilizado.
La clemencia corrigió la injusticia de castigar en exceso
a ciudadanos "sediciosos" que, a su juicio, lo dieron
todo para liberar a su país de la opresión del invasor.
Resulta fundamental comprender que los fuertes sentimientos
que producen estos incidentes están directamente relacionados
con la status de limbo político en el que se encuentra
Puerto Rico. El electorado está confundido sobre la clase
de relación que quiere, dividido en 46/46 % en todas las
elecciones desde 1968. El restante 3% es para los independentistas,
mientras que un cambiante 5% decide el resultado.
Por que no cambia? Porque la isla y el continente tienen las
manos atadas por sus historias individuales. Tras 100 años
de lavado de cerebro, muchos puertorriqueños tienen la
típica visión "colonial" de la vida que
se ve en otras partes del mundo. Están acostumbrados a
ser dependientes.
Al mismo tiempo, los Estados Unidos no tienen la mentalidad
necesaria para ser un poder colonial a la manera de, por ejemplo,
Gran Bretaña. Luego de 100 años de haber tomado
posesión, el Congreso sigue tan confundido acerca de lo
que debe hacer con Puerto Rico como lo están los puertorriqueños.
La respuesta es simple y dura: el Congreso debería clara,
decisiva y cuidadosamente delinear condiciones precisas y justas
por las cuales se otorgaría la estadidad -o remotamente,
la independencia- a Puerto Rico si el pueblo lo escogiera.
No hay lugar para posiciones intermedias: o bien es la República
de Puerto Rico (asociada o no) o la estadidad. La Constitución
no formula previsiones para ciudadanías de segunda clase
bajo el "status de estado libre asociado".. Sin embargo,
esa es la manera en que muchos puertorriqueños sienten
que están siendo tratados.
De acuerdo con el Tratado de París de 1868, el Congreso
retiene la soberanía de Puerto Rico. Por lo tanto, sólo
el Congreso puede darle al pueblo de Puerto Rico la plena soberanía
concediéndole la completa independencia o una plena y total
asimilación a la Unión.
No es hora para la negación americana; es tiempo de
que el Congreso actúe. Ya.
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