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THE WASHINGTON POST
Una disculpa no es suficiente para las víctimas
del espionaje en Puerto Rico; miles de personas podrían
solicitar una reparación en los Tribunales por los legajos
de la policía secreta
por John Marino
28 de diciembre de 1999
Marca Registrada © 1999 THE WASHINGTON POST. Todos los derechos
reservados.
SAN JUAN, Puerto Rico -- Cuando el Gobernador Pedro Rossello
se disculpó públicamente hace unos días este
mismo mes ante las víctimas del espionaje del estado en
Puerto Rico, esperaba cerrar un doloroso capítulo de la
historia de este Estado Libre Asociado de los Estados Unidos.
Pero aquellos que buscan una reparación para las víctimas
del espionaje de parte de la policía secreta dicen que
este proceso va a llevar muchos más años y mucho
más dinero que el que ofreció Rosello.
"Resulta apropiado que, a medida que nos acercamos al
final del Siglo XX, cerremos este embarazoso capítulo de
nuestra historia y que comencemos el nuevo siglo con sólo
un recuerdo de esta práctica injusta y vergonzosa",
dijo Rosello cuando anunció su orden ejecutiva el 14 de
diciembre.
Ofreció $6.000 a las víctimas de las así
llamadas "carpetas", o campañas de legajos subversivos,
que habían entablado acción contra el gobierno y
$3.000 a aquellos que habían anunciado su intención
de entablar una acción. Aquellos que acepten deben liberar
al Estado Libre Asociado de toda responsabilidad por haber llevado
dichos legajos secretos y por utilizar la información para
discriminar en contra de las personas.
Los abogados de las víctimas de las "carpetas"
que solicitan una reparación en los tribunales dicen que
la orden excluye a la mayoría de los miles de puertorriqueños,
principalmente partidarios de la independencia, que fueron espiados
por una unidad de policía de inteligencia del Estado Libre
Asociado. Durante más de medio siglo, la unidad de la policía
montó una amplia red de informantes -personas comunes como
las mismas víctimas. Otras instituciones gubernamentales
y privadas también proveyeron información para los
legajos.
Se cree aquí que la práctica contaba con la bendición,
incluso el aliento, de las autoridades federales de la isla. Los
legajos en sí mismos, que contienen correo de los Estados
Unidos confiscado, firmas de agentes del FBI y solicitudes de
información de funcionarios del Servicio de Aduanas, confirman
que, por lo menos, estaban en conocimiento de dicha práctica.
Supuestamente, la información de las carpetas se utilizaba
para negar el empleo o tomar otras medidas punitivas, tales como
arrestos ilegales de portorriqueños de todas las clases
sociales, desde estudiantes y maestras y hasta agricultores y
conductores de taxis, abogados y artistas.
"El gobierno ha perdido una oportunidad histórica
y el efecto de la orden ejecutiva en el caso será ínfimo",
afirmó Charles Hey Maestre, uno de los principales abogados
de los demandantes del caso de las carpetas.
Hasta ahora, se han entablado más de 1.300 juicios en
contra del gobierno del Estado Libre Asociado, por un monto de
más de $ 10.000 millones en daños y perjuicios.
David Noriega, ex representante y candidato a gobernador del
Partido de la Independencia de Puerto Rico, quien entabló
el primer juicio por las carpetas a fines de la década
de 1980, sostuvo que la disculpa de Rosello es "un paso muy
importante para cerrar las heridas y en el camino hacia la reconciliación".
Pero Hey Maestre afirmó que los límites de la
orden -por ejemplo, se aplica sólo a aquellos cuyas carpetas
exceden 50 páginas y a familias completas en lugar de a
miembros individuales de cada familia- dejan afuera a la mayoría
de los potenciales beneficiarios.
Se estima que la orden del gobernador se aplica a alrededor
de 2.000 de las más de 100.000 personas de las que el Estado
llevaba legajos secretos. Los funcionarios del Estado Libre Asociado
afirman que la cantidad de personas cubiertas y sus compensaciones
con un fondo de $5,7 millones son realistas.
El Secretario de Justicia de Puerto Rico, José Fuentes
Agostini, dijo en una entrevista la semana pasada que la discusión
acerca del caso de las carpetas comenzó después
de que el Presidente Clinton firmó una orden ejecutiva
en la que ofrecía una disculpa y una compensación
monetaria a los estadounidenses de origen japonés que habían
sido detenidos durante la Segunda Guerra Mundial.
"El gobernador consideró que el gobierno de Puerto
Rico, como entidad, debía pedir disculpas al pueblo de
Puerto Rico, aun cuando lo ocurrido hubiera sucedido con gobiernos
anteriores", explicó Fuentes Agostini, que agregó
que después de asumir su cargo en 1993 Rosello también
había solicitado a los líderes de los organismos
gubernamentales que firmaran declaraciones juradas en las que
se comprometían a no compilar carpetas. "Ha sido el
único que alguna vez hizo algo acerca de esta cuestión
en Puerto Rico."
Pero no todos se sienten complacidos. "Después
de todos esos años de persecución, el gobierno dice
'Tomen estos $6.000 y cállense'", dijo Oscar Guzmán
Cruz, 51, un maestro de escuela secundaria que participa en el
caso del Instituto de Derechos Civiles. "Soy una persona
muy trabajadora. No había motivos para espiarme."
Guzmán atribuye su carpeta a su amistad con Carlos Soto
Arrivi, uno de dos jóvenes partidarios de la independencia
asesinados por la policía en 1978. La policía dijo
que los dos jóvenes eran "terroristas" que estaban
tratando de volar el equipo de comunicaciones, pero las pruebas
demostraron que se los había engañado para que acudieran
a una colina en la que había instaladas torres de radio
y televisión y estaban arrodillados allí cuando
se les disparó.
La investigación de sus muertes sacó a la luz
los legajos secretos, que fueron declarados ilegales por la Suprema
Corte de Puerto Rico en 1987, el mismo año en que fue desmantelada
la poco prestigiosa Unidad de Policía de Inteligencia.
Cuando los legajos se divulgaron en 1992, muchos isleños,
con inclusión de maestras de escuela, líderes sindicales
y escritores, se encontraron con la sorpresa de que sus amigos,
vecinos y familiares los habían estado espiando en secreto
durante años.
A un cliente de Hey Maestre, un estudiante de secundaria 16
años, se le confiscaron libros y otros materiales, en Puerto
Rico, después de asistir a una actividad de la juventud
internacional socialista en Finlandia. Sostiene que a continuación
las autoridades lo expulsaron de la escuela e impidieron su ingreso
en la universidad.
Las carpetas también se utilizaron en audiencias por
la custodia de niños y entrevistas para empleo. Y, en algunos
casos, algunas familias se vieron forzadas a ingresar en la red
de espionaje estatal porque se consideraba "subversivo"
a uno de sus miembros. Ése fue el caso de Ramonita Velez,
44, cuyo hijo de 7 años fue llevado en 1979 a dar una vuelta
en un helicóptero de la policía, donde se le interrogó
acerca de sus familiares.
"Sacudió mi vida por completo", dijo Guzmán,
que descubrió en su carpeta que su director, sus colegas
y sus ex alumnos lo espiaban.
Pero no todas las víctimas de esta práctica consideran
apropiado solicitar una reparación en los tribunales. "Nunca
he pensado en un juicio porque estamos hablando del dinero del
pueblo de Puerto Rico", dijo Marilyn Pérez, 39, quien
tiene una carpeta pero no entablará juicio.
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